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sábado, 25 de febrero de 2017

Diana Quer, seis meses de hipótesis


Desde que el 22 de agosto de 2016 se perdió la pista de la joven de 18 años de Pozuelo de Alarcón Diana Quer López-Pinel han pasado ya seis meses e innumerables horas de investigación, pero las únicas conclusiones a las que se ha llegado son, en realidad, hipótesis. Han sido muchas en el último medio año, desde la marcha voluntaria al secuestro o una cita nocturna que se truncó, y, pese a que la Guardia Civil no ha escatimado en indagaciones ni medios, ninguna ha conseguido verificarse.
El mutismo que ha rodeado a la investigación desde el primer momento apenas deja salir a la luz informaciones sobre las líneas de investigación. Oficialmente, la Guardia Civil tan sólo confirma que la Policía Judicial de A Coruña y la Unidad Central Operativa (UCO) de Madrid siguen trabajando y el único que realiza declaraciones públicas, el delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, se ha limitado a avanzar que "hay avances internos" y "todas las líneas están abiertas".
Extraoficialmente, y con todas las cautelas de un caso en el que el Juzgado de Instrucción numero 1 de Ribeira, acaba de renovar el secreto de sumario, sí puede asegurarse que aquella actividad frenética de los primeros meses, en los que se interrogó a al menos un centenar de personas y se analizaron horas de grabaciones de cámaras de seguridad y actividad telefónica en la zona, ha dado lugar a un trabajo más de despacho, de volver a repasarlo todo en busca del lugar en el que la investigación hizo aguas y se estancó.
Estas son algunas de las claves a tener en cuenta:

El móvil, de la esperanza a la frustración

En el mes de octubre, cuando Diana llevaba poco más de dos meses desaparecida, un mariscador localizaba en una zona muy próxima al muelle de Taragoña, en el ayuntamiento de Rianxo, el Iphone 6 de color blanco de la jovenEl teléfono estaba destrozado, pero era la primera prueba palpable que se encontraba desde el inicio de la investigación y a los investigadores se le abrían por delante miles de posibilidades de avanzar y lograr averiguar los últimos movimientos, conversaciones, mensajes... de la chica.
Tras días invertidos en reconstruirlo y volcar los datos de la tarjeta y del dispositivo, llegó la frustración. La investigación volvió a estancarse y los especialista no lograron acceder a la información más valiosa, la que reconstruiría sus últimos minutos antes de que el dispositivo se apagase y acabase en medio del mar, probablemente arrojado desde el puente de la autovía del Barbanza o desde el propio muelle de Taragoña.

Recorrido en coche la noche de su desaparición

A Diana Quer se la vio por última vez pasadas las 2.30 horas de la madrugada del 22 de agosto. Había pasado la noche de marcha con sus amigos, pero, en un momento dado, decidió poner fin a la farra en las fiestas patronales de su lugar de veraneo, A Pobra do Caramiñal, y regresar a la casa en la que ya dormían su madre y su hermana pequeña. Sin embargo, nunca llegó y a la mañana siguiente su madre, tras comprobar que no estaba en su cuarto, denunció ante la Guardia Civil su desaparición.
A las 2.42 horas envió el último WhatsApp desde su teléfono móvil, cuando estaba al final del paseo de O Areal, rumbo a su casa, pero hasta las cuatro de la madrugada su teléfono estuvo encendido y las antenas de telefonía de la zona y su actividad analizada por los investigadores permitió deducir que se desplazó a una velocidad que tan sólo pudo hacerlo en coche. Dejó de emitir señal en el entorno de Taragoña, ceca de dónde apareció el teléfono, pero los investigadores incluso empiezan a desconfiar de que ella hiciese el mismo recorrido que el aparato, alguien pudo haberlo movido y arrojado al agua "para despistar".

Sus últimas compañías

Las investigaciones de la Guardia Civil han indagado durante meses en el entorno más próximo de Diana, desde sus amigos de Pozuelo a su familia y sus allegados en A Pobra do Caramiñal, donde tenía ya un círculo bien definido tras años de veraneo familiar. Interrogatorios, análisis de su ordenador o de la actividad de su número de teléfono no arrojaron datos concluyentes y los investigadores decidieron centrarse en quienes podían haber realizado el mismo recorrido que ella la noche de su desaparición.
Las antenas telefónicas situaron varios móviles con un movimiento similar al suyo, pero su análisis también llevó a un callejón sin salida y ninguno de sus titulares puede considerarse sospechoso. También se dedicaron horas de investigación a analizar las cámaras de vigilancia que podía haber en las entadas y salidas de A Pobra do Caramiñal en busca del coche en el que pudo abandonar la localidad en dirección a la vecina de Rianxo o a cualquier otro destino, igualmente cayendo todos los esfuerzos en saco roto.
Pese a que durante los últimos meses llegó a hablarse de sospechosos que estaban en el punto de mira de la Guardia Civil, oficialmente no se ha confirmado la existencia de ninguno y este periódico tan sólo ha podido saber que sí hay alguna persona muy vinculada con la actividad del narcotráfico en la zona a la que no se pierde ojo porque podría arrojar algo de luz en el caso, pero no que se trate de un sospechoso.

Un contexto familiar hostil

El impacto mediático del caso, con decenas de periodistas haciendo seguimiento y divulgando datos de la desaparición, pudo haber complicado la tarea de los investigadores, pero también el contexto familiar de la propia joven. Los padres se presentaron en un primer momento como una pareja destrozada unida para encontrar a su hija, pero poco a poco se conocieron unas malas relaciones entre todos los miembros de la familia de las que nada se dijo en los primeros días y que pudo haber despistado la investigación.
Los padres de Diana están separados y la relación es muy distante y la chica y su hermana tampoco atravesaban su mejor momento personal, con episodios en los que se fueron de casa a refugiarse con sus amigas o acabaron en el hospital con crisis de ansiedad. El drama acabó con una denuncia y llevó a un juzgado a retirar a la madre la custodia temporal de la hermana menor, Valeria, si bien en la actualidad ya ha vuelto con la progenitora y la situación parece haberse calamado.

El 'milagro' de que regrese a salvo

Mientras los meses pasan, la familia sigue en vilo. El padre de la joven, Juan Carlos Quer, a quien le "consta" que la investigación "sigue hacia delante", se aferra a que la esperanza "es lo último que se pierde". No pierde la perspectiva sobre el hecho de que han transcurrido seis meses y "las dificultades de encontrarla bien son importantes", pero confía "en que pueda haber un milagro".
Más optimista es la madre, Diana López-Pinel. En boca de su abogado, Pedro Víctor de Bernardo, señala que la investigación "avanza lentamente" por su complejidad, pero que ella "sigue sin perder la esperanza" en medio del "inmenso dolor" y convencida de que la ausencia de su hija de la que era su localidad de veraneo desde niña.
Fuente: El Mundo