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martes, 18 de octubre de 2011

El amor



1- ¿Por qué se va el amor?

Depende de lo que entiendas por ‘amor’. Si entiendes por ‘amor’ solamente la parte emocional, las hormonas alborotadas, etc., eso lo llamamos enamoramiento y tiene un ciclo de seis meses y se acaba.

El amor -el que no es enamoramiento- puede durar mucho tiempo porque intervienen variables cognitivas, mentales y culturales. Por eso la gente cuando se casa bajo el estado de ‘embriaguez’ del enamoramiento, después de seis meses dice: ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’ ‘¿Qué es esto que tengo al lado?’.

2- ¿Por qué la desconfianza en la pareja y cómo se puede eliminar?

Hay una desconfianza que es fundamentada o lógica si ves a tu pareja desnuda abrazando a otra persona desnuda, pero hay una desconfianza que no depende de los hechos objetivamente sino que es ‘idiosincrásica’, muy personal.

Una persona que sienta una desconfianza exagerada puede ser que tenga una historia previa de pérdidas o engaños, o que tenga una enfermedad psicológica; para estos casos hay que buscar ayuda profesional.

Hay una desconfianza más común, que surge de la inseguridad personal, cuando empiezas a pensar: ‘Qué bueno que la tengo yo a ella’, en vez de pensar: ‘Qué bueno para ella que me tenga a mí’. Para solucionar eso, hay que elevar la autoestima.

3- ¿Cómo se mantiene una relación a larga distancia?

Domenico Modugno, un cantante italiano de la época de los 60s, tiene una canción que dice que la distancia es como el viento porque apaga los fuegos pequeños pero enciende los grandes. No conozco una relación a distancia que funcione después de determinado tiempo. Según las estadísticas, después de un año y medio, estas relaciones se acaban porque por puro azar puedes conocer a alguien más.

4- ¿Cómo convencer a un hombre en proceso de divorcio de entrar en una nueva relación?

Hay hombres que se quedan toda la vida ‘en proceso’. En la cultura latina se separan más fácilmente las mujeres que los hombres. Las mujeres son más valientes y no le temen tanto a la soledad como los hombres; al hombre hay que echarlo de la casa.

Los hombres piensan que cuando se separan, se separan de los hijos, la televisión, la esposa, de todo, porque se casan con mujeres que tienen complejo de mamá y los ‘adoptan’. Entonces el hombre no quiere dejar a la mamá-esposa.

Cuando un hombre dice que está ‘en proceso de separarse’, yo le recomiendo a la mujer que está en espera de que tal separación ocurra que deje de comunicarse con él y que le diga con dignidad personal: ‘El día que estés disponible para mí y que termines tu ‘proceso’, me llamas. Si yo estoy disponible, bien; y si no, te jodiste. Es un riesgo que vas a correr tú, no yo’.

5- ¿Por qué ocurre la infidelidad tanto en hombres como mujeres?

Tengo un libro completo sobre esto, ‘Jugando con fuego’. El ser humano tiene dos fuerzas que se oponen: la búsqueda de familia y estabilidad, y la otra, la variabilidad.

Los científicos dicen que esta variabilidad -tener muchas parejas- tiene una raíz profunda en el hecho de que el hombre tenía necesidad de desparramar genes y las mujeres de asegurar la alimentación de sus crías.
Puede existir la fidelidad, un autocontrol, pero hay que entender que nos podemos enamorar de dos personas al mismo tiempo.

6- ¿En verdad se puede amar a dos (o más) personas a la vez y con la misma intensidad?

Tres sería un suicidio. No conozco un caso, pero mi consultorio está lleno de personas que aman a dos personas. Las ponen a las dos personas en la balanza y ésta no se mueve.

Yo diría que el 90% de la gente tiene un amor oculto debajo de la almohada, un amor que no comenta, un amor imposible, lo que pudo haber sido y no fue, el santuario inconcluso.

No sé si es sano o no, lo que no es sano es sufrir por eso, porque no tiene nada que ver con la infidelidad. Puedes amar a dos, y puedes ser fiel.

7-¿Cómo se sabe que la pareja que uno tiene es la adecuada para casarse y que luego uno no se va a arrepentir?

Hay que tener estos seis puntos:

1. Deseo-atracción
2. Admiración
3. Humor-sintonía
4. Comunicación
5. Sensibilidad por el otro; y,
6. Respeto.

Cuando estas seis cosas están, el pronóstico es buenísimo; si una sola de éstas no está, el pronóstico es malo. Algunas personas conviven antes de casarse; a algunas les funciona, a otras no. Las personas que dudan sobre comprometerse o no, deben saber que cuando uno realmente quiere a alguien no piensa tanto. Cuando uno realmente quiere a alguien, le encanta tener compromisos. Si no, que revise cuáles son sus sentimientos.

8- ¿Qué hacer cuando el sexo es afectado por el tiempo y las dudas?

La única forma de llegar al matrimonio es empezar a ceder en algunas cosas y llegar a acuerdos sobre lo fundamental. Si al tocar temas álgidos y fundamentales uno no se puede poner de acuerdo, entonces el matrimonio no va a funcionar. Si la mujer dice que puede vivir sin sexo, y el hombre es un maniático sexual, pues ahí está complicada la cosa. O él se vuelve eunuco, o ella se hace un tratamiento.

9- ¿Cuál es el momento para casarse?

Es cuando uno conoce bien a la persona. El matrimonio no es sólo un problema de amor, sino de conveniencia también. Hay que ver si la persona te conviene para muchas otras cosas. Una conveniencia positiva para hacer la relación duradera. Hay que ver si en el balance costo-beneficio la probabilidad de fracaso no es muy alta. Para eso de casarse yo no confiaría mucho en el amor sino en la razón. El casarse sin discernimiento puede conllevar a muchas tribulaciones.

10- ¿Cómo se puede ser feliz eternamente con tu pareja?

La felicidad no existe, es un concepto que crea la mente; existen los momentos de alegría.

Una buena pareja no es la que no pelea, es la que pelea y avanza en cada discusión, pero que no pone en juego, por cualquier estupidez, el telón de fondo, que es el amor.

Hay personas que en cada discusión terminan con que se van a separar.

No existe el amor eterno; el amor se construye en el día a día y por lo menos dura hasta que nos muramos. No creo en las almas gemelas ni en el amor en otras vidas, etc.

11- ¿Cómo se comportan un hombre y una mujer cuando realmente se enamoran?

El hombre se ‘estupidiza’, la mujer se vuelve peligrosa. El hombre se vuelve un idiota, un estúpido, como con un retardo leve. Un gesto bobalicón lo invade, los músculos faciales se aflojan, dice ’sí’ a todo lo de ella, como un cordero. Si tú dudas que esté enamorado de ti, es que no está.
Cuando a uno lo quieren, uno no duda.

Cuando la mujer se enamora, se vuelve peligrosa, perseguidora, como en la película ‘Atracción fatal’. Se vuelve demandante, pierde el control, pelea por el hombre que quiere. Son dos formas muy tiernas de mostrar amor.

12-¿Qué le puede aconsejar a alguien que esté soltero?

No hay que darle tanta importancia al matrimonio. En nuestra cultura de Latinoamérica se ve el matrimonio como un bien supremo, por lo que el hombre que no se casa es sospechoso y la mujer que no se casa es infortunadita.

No evalúan, como los europeos o anglosajones, que la soltería puede ser una elección de vida tan válida como cualquiera otra. ¿Quién dijo que casarse es un privilegio?

¿Qué le aconsejo a los solteros y solteras?

Que se busquen 100 mujeres ó 10 amigos. La mujer que está casada sufre, y las que escogen la soltería deberían estar felices. Tu realización debe estar en el desarrollo personal. Si la persona se quiere casar y no encuentra a nadie, que revise su sentido de vida, de pronto está fallando. Debería tener un sentido de vida más profundo.

13-¿A qué conclusión ha llegado después de tantos libros, estudios y consultas privadas?

Si uno no tiene sentido de vida, no tiene nada. Hay que hacer un vuelco a lo espiritual. Pero no como un monje budista con cara de kung fu en la punta de la montaña, sino un sentido de vida de trascendencia.

Yo creo que cuando una persona encuentra el sentido de su vida (su misión fundamental, su vocación, el desarrollo de sus talentos naturales), no cae en las enfermedades del amor.

Aprende de los errores ajenos; en una vida no tendrás tiempo de cometerlos todos tu mismo.

Y debemos ser responsables para asumir nuestros errores.

Muchas veces tratamos de atribuir nuestros fracasos a otras personas….

Walter Riso

miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Por qué no soy feliz?


Hay personas que nunca se sienten realizadas. Muchas cosas le fastidian y le molestan. Ellos van por este hermoso mundo corriendo desesperados como un niño que afanado persigue el arco iris.

A pesar del serio esfuerzo del niño y su intento de acercarse, el arco iris parece burlonamente alejarse. Para esas personas, la felicidad siempre se haya más allá de donde ellos se encuentran.

Un joven me decía: Me casaré cuando encuentre la persona que traiga satisfacción a mi vida. Con esa filosofía de vida algunos piensan: cuando encuentre a mi cónyuge, entonces seré feliz.

Otros que ya lo han encontrado y ya se han decepcionado, piensan "cuando me separe, entonces seré feliz". Algunos piensan: cuando tenga hijos seré feliz y otros, cuando se marchen, entonces comenzará mi felicidad.

La vida no funciona asì. Podrás tener riquezas y ser infeliz, estar rodeado de las personas más amorosas y vivir las circunstancias ideales, pero eso no quitará de ti todos tus males.

Es que la felicidad no se descubre al encontrar a la persona apropiada, sino en ser la persona adecuada. La felicidad no está en encontrar a quien te haga feliz, sino en aprender a traer felicidad a los que te rodean.

La felicidad la encuentra la persona que aprende a vivir sabiamente. Establece relaciones saludables, pone límites, acepta lo bueno y rechaza lo cuestionable.

Es feliz quien se acerca a las personas sin sospecha pero con prudencia y se aleja de quienes le hacen daño, sin maltratar pero con inteligencia. La felicidad la encuentra quien aprende a usar las cosas y no a las personas, quien no abusa ni permite el abuso.

No es feliz quien nunca recibe heridas sino quien sabe cómo evitarlas y, cuándo es imposible, sabe cómo curarlas.

No es feliz quien nunca tiene problemas o todo lo tiene resuelto, sino quien cuando estos llegan los enfrenta sabiamente y cuando no puede busca ayuda inmediatamente.

Por nuestro propio bien, dejemos de buscar la felicidad en las cosas, personas o circunstancias que nos rodean y comencemos a cambiar desde nuestro interior, las actitudes que nos están afectando.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Ser vulnerable



Ser vulnerable no es ser débil. Al contrario, sólo una persona firme y madura puede permitirse conocer su propia vulnerabilidad, aceptarla y dejar que se sepa. La persona débil oculta su debilidad, evita los ataques y erige defensa para protegerse y poder huir.
Una armadura pesada siempre esconde un carácter débil.
Durante mis estudios de matemáticas tuve ocasión de observar a profesores de todo tipo. El mejor de todos ellos era un verdadero sabio en la materia, lo sabía todo y lo entendía todo, era genial en sus demostraciones y encantador en sus constantes equivocaciones al hacer los cálculos más sencillos.
Recibía de buena gana cualquier sugerencia. Sabía la asignatura y mucho más que la asignatura, y sabía que sabía, y sabía que nosotros sabíamos que
sabía, y eso le permitía mostrar su ignorancia llegado el caso, en vez de tratar de disimular un error con falsos pretextos. Era abiertamente vulnerable, y lo era precisamente porque estaba seguro de sí mismo.
La confesión de vulnerabilidad nos abre a relaciones amistosas con otras personas, ya que ellas son tan vulnerables como nosotros. En la debilidad se
esconde la fuerza, y éste es el principio de salvación en todos los órdenes.
Ser vulnerables quiere decir confesar sentimientos, admitir que no somos indiferentes a la alabanza o al desprecio, a la comodidad o a la molestia, al éxito o al fracaso; quiere decir revelar el mal humor así como el bueno, y saberse y declararse víctimas de la envidia y el enfado y el desánimo y la ansiedad.
Ser vulnerable quiere decir que no siempre nos sentimos felices, no siempre estamos de buen talante, no siempre nos dominamos, no siempre estamos seguros de lo que hacemos y porqué lo hacemos.

Ser vulnerable quiere decir ser humano.

Carlos G. Vallés

martes, 27 de septiembre de 2011

Me quiero y me odio a partes iguales


Me lo dijo en un trayecto tan largo que no pudimos evitar violar tan incómodo silencio:
- Me siento sola.
Y esa soledad llegó tras un largo noviazgo roto en mil pedazos, unos amigos recién casados (y con ello aislados del resto del mundo), unos padres de otra generación... y en su trabajo todos eran unos comemierdas del jefe... y en su gimnasio todas eran más guapas y esbeltas que ella...
Luego, en uno de tantos semáforos, giré la cabeza hacia ella y traté de explicar la diferencia entre estar solo y ser solo, que la soledad podría ser algo precioso para quien sabe utilizarla.
- Si decides ir sola al cine un martes por la tarde, sabrás lo que es disfrutar de una película - dije.
- Para leer un buen libro no necesitamos compañía - dije.
- Eres la única persona que te acompaña las 24 horas del día - dije.
- Aprovecha y conócete mejor - dije.
Y entonces ella se arrugó en su asiento, y se sintió mínima, tirando a unicelular... y sumida en su espeso silenció dedicó los ojos a mirarlo todo a través del cristal. Se percató de aquellas parejas que caminaban calle abajo cogidas de la mano. Y también se percató de todos esos mendigos parapetados por sus carteles de cartón llenitos de frases hambrientas. Y con ello se acercó un poco más a la diferencia entre lo dentro y lo fuera de las cosas.

Autor:Daniel Díaz

viernes, 23 de septiembre de 2011

Perdida en el viento



Perdida en el viento se escapa tu voz. Apenas un susurro que alcanzo a escuchar. Qué lejana está ya tu imagen de mi recuerdo. Y sin embargo, qué grande es el vacío de tu ausencia. Hace ya mucho de todo eso, ¿verdad? Cuantas rosas habrán florecido desde entonces. Cuantas estrellas habrán caído del cielo. Cuantas cartas habré roto antes de llegar a ésta. Fuiste mi presente, soñamos nuestro futuro y ahora soy tu pasado. Una sombra, difusa, casi al borde del olvido. Hemos seguido adelante, cada uno a su manera y sin mirar hacia atrás porque de hacerlo seguro nos dolería. Está bien, lo sé, y no tiene sentido querer volver sobre los pasos andados. Es tarde para ello. Pero a veces no puedo evitar pensar en ti, en qué habrá sido de ti, dónde estarás y qué estarás haciendo. Si aún mantienes esa sonrisa de niña, si tus ojos siguen hablando calladamente, si tu rostro sigue siendo plácido como el mar. Me dejo llevar por la imaginación y cerrando los ojos consigo burlar la realidad y vuelvo a tenerte cerca de mí, frente a frente, sonriéndonos dulcemente. Nos abrazamos con dulzura, conservando aún una parte de aquel cariño que tuvimos. Pero es una ternura comedida y cauta porque sentimos que hay una franja entre ambos y ninguno de los dos queremos atravesarla. Qué bonito es verte de nuevo. Es como si el tiempo hubiera saltado hacia atrás y todo volviera a ser como aquella vez. Entonces me doy cuenta de cuantas cosas han cambiado desde entonces. De que la vida ha pasado realmente y ha dejado su huella en todos nosotros. Cosas buenas y malas, alegres y tristes… La vida es agridulce, aunque por suerte el último toque de sabor aún lo podemos dar nosotros.
Estás muy lejos, pero sigo pensando en ti y no sé muy bien por qué. Mis tiempos de soledad ya pasaron. El hombre de la lluvia dejó al fin su solitaria tristeza y al hacerlo volviste a mi memoria. Creo que ahora que me siento feliz siento la necesidad de saber de ti, de pensar que la vida te ha sonreído a ti también después de todo, que a lo mejor la historia que no germinó con nosotros sirvió para hacer brotar otra aún mejor. Supongo que lo que quiero decirte es que, estés donde estés espero que seas muy feliz, tanto como yo ahora. Que precisamente por ser parte de mi pasado, eres parte de mi vida. Y que aunque esta vida sea larga y deba poner mucha gente en mi corazón, siempre habrá un sitio en él para tu sonrisa de niña y para un abrazo que lleve todo mi cariño hacia ti.

Solo para mujeres fenomenales



Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años...
Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés viva, siéntete viva.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas...
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡Pero nunca te detengas!

Madre Teresa de Calcuta

jueves, 22 de septiembre de 2011

Anhelo



A veces las personas que viven solas pueden verse asaltadas por períodos de un anhelo indefinible.
En esas ocasiones no les cuesta mucho creer que si tuvieran una pareja en sus vidas, esa sensación desaparecería. También son momentos propicios para caer en la tentación de pensar que no sentirían así si aún estuvieran con su pareja.Pero no siempre sería así. A veces no sentimos amor por nuestra pareja, sino añoranza. Añoranza de algo distinto, algo que no está a nuestro alcance.

Se trata de algo muy comprensible, especialmente en los momentos malos, en los que nos resulta muy triste estar solos.

Anhelamos que llegue algo que nos libere de ese dolor. Pero con frecuencia lo que nos libera del dolor es precisamente pasar por él.

A mi me ha asaltado esa añoranza en varias ocasiones y sé que es algo muy fuerte. Me acuerdo de cuando finalmente conseguí un trabajo por el que había luchado mucho. Una parte de mí estaba entusiasmada, pero aún así, cada mañana, cuando iba a trabajar, no podía evitar preguntarme: ¿Por qué no estoy aún satisfecha? ¿Por qué tengo esta opresión en el pecho? ¿Por qué este vacío en el estómago?.

Me alivió mucho que Bob Geldorf, el cantante, publicara su libro “Is this it?” (¿Eso es todo???). Pensé: Vaya, a él también le pasa. Fama, adulación internacional, reputación de buena persona, y sigue sin sentirse satisfecho. Gracias a Dios no soy yo sola.

En la actualidad he llegado a conocerla y a valorarla por lo que es: La añoranza es el anhelo de algo que no tengo. El anhelo por algo mágico que venga a mí y arregle mi vida. A veces eso se parece al amor, o a la nostalgia, o a la sensación que nos queda después de ver “un dramón” en el cine.

La esencia misma del anhelo es la imposibilidad de definirlo.

A veces es la añoranza por un amor perdido, por un amor que parecemos no poder encontrar o por la bendita irresponsabilidad de la infancia.

A veces es la sensación de no estar viviendo la vida que deberíamos, de no alcanzar nuestra meta en la vida. A veces adopta la forma- como manifiesta una persona que ha sentido mucho este tipo de añoranza- del deseo de otros climas.

Hasta el diccionario tiene problemas para definir el anhelo: Desear vehementemente, dice la definición. Pero si buscamos desear, una de las acepciones nos devuelve donde estábamos: Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso.

Cuando nos alejamos un poco del anhelo, empezamos a controlarlo, en vez de dejar que sea él quien nos controle a nosotros.
Empezamos a valorarlo en su justa medida- es como un viejo amigo que viene a visitarnos para decirnos que aún hay metas que debemos alcanzar, necesidades que satisfacer.

Así que, aunque el anhelo no se vaya del todo, sí puede convertirse en visitante ocasional. Y puede ser un placer agridulce pasar un rato con él, desde luego es mejor que tener que convivir siempre con él, porque nos chupa la energía, nos vuelve locos.

Síntesis de un artículo de Wendy Bristow “Enfrentarse a los malos momentos”

Derechos y deberes



Tienes derecho a enfadarte, pero no debes pisotear la dignidad del otro.
Tienes derecho a sentir celos del triunfo de los demás, pero no debes desearles mal.
Tienes derecho a caer, pero no debes quedarte tirado.
Tienes derecho a fracasar, pero no debes sentirte derrotado.
Tienes derecho a equivocarte, pero no debes sentir lastima de ti mismo.
Tienes derecho a regañar a tus hijos, pero no debes romper sus ilusiones.
Tienes derecho a tener un mal día, pero no debes permitir que se convierta en costumbre.
Tienes derecho a tomar una mala decisión, pero no debes quedarte estacionado en ese momento.
Tienes derecho a ser feliz, pero no debes olvidar ser agradecido.
Tienes derecho a pensar en el futuro, pero no debes olvidar el presente.
Tienes derecho a buscar tu superación, pero no debes olvidar tus valores.
Tienes derecho a triunfar, pero no debes ser a costa de otros.
Tienes derecho a inventar, pero no debes olvidar a Dios.
Tienes derecho a vivir en paz, pero no debes confundir ese derecho con ser mediocre o conformista.
Tienes derecho a vivir en la opulencia, pero no debes olvidar compartir con los menos afortunados.
Tienes derecho a desanimarte, pero no debes perder la esperanza.
Tienes derecho a la justicia, pero no debes confundirla con la venganza.
Tienes derecho a un mañana mejor, pero no debes cimentarlo en un hoy fraudulento.
Tienes derecho a ser positivo, pero no debes ser arrogante

sábado, 17 de septiembre de 2011

Discriminación social


Existe una forma de discriminación que afecta a todos los miembros de la sociedad, pero que incide especialmente en los adolescentes y jóvenes. Se trata de la discriminación por el físico: los bajitos, los muy altos, los gordos; en fin los no “agraciados” físicamente padecen los efectos de una sociedad que pondera más la apariencia externa que los valores personales; se ven discriminados en las relaciones sociales, en el acceso a puestos de trabajo y hasta en la asistencia sanitaria en el caso de los gordos, pues, dado que su índice de vida es más bajo que el de los delgados, son menos “rentables” a la hora de practicarles tratamientos y operaciones quirúrgicas de costes elevados. Además, y por efecto de la publicidad, son muy numerosos los casos de bulimia y anorexia en los jóvenes, sobre todo en las mujeres, pues en muchos casos se piensa que un cuerpo ajustado a las normas estéticas vigentes es condición única para ser aceptados socialmente. Esta exigencia lleva incluso a arriesgar la salud y la vida en intervenciones quirúrgicas de riesgo para modificar el rostro y el cuerpo, bien sea para ajustarlos a los patrones estéticos bien para mantener apariencia juvenil, pues son muchos los lemas publicitarios que presentan la juventud como un insuperable valor positivo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Convención de los heridos de amor


Disposiciones generales:
A. Considerando que el dicho «en el amor y en la guerra todo vale» es completamente verdadero, y

B. Considerando que en lo relativo a la guerra contamos con la Convención de Ginebra, adoptada el 22 de agosto de 1864, que determina cómo debe tratarse a los heridos en el campo de batalla, mientras que hasta hoy no se ha promulgado ningún documento que regule la situación de los heridos de amor, muy superiores en número;

Se decreta que:

Artículo 1. Todos los amantes, independientemente de cuál sea su sexo, quedan advertidos de que el amor, además de ser una bendición, también es algo extremadamente peligroso, imprevisible, que puede acarrear serios daños. Por lo tanto, quien tenga la intención de amar debe ser consciente de que está exponiendo su cuerpo y su alma a heridas de muy diferentes tipos, sin poder culpar por ello a su pareja en ningún momento, puesto que ambos corren el mismo riesgo.

Artículo 2. Una vez alcanzado por una flecha del arco ciego de Cupido, debe solicitarse inmediatamente al arquero que dispare la misma flecha en la dirección opuesta, con el objeto de no sufrir la herida conocida como ‘amor no correspondido’. En el caso de que Cupido se niegue a hacerlo, la convención que en estos momentos se promulga exige del herido que, de manera inmediata, se arranque la flecha del corazón y la tire a la basura. Para llevar esto a buen puerto, debe evitar llamadas telefónicas, mensajes de correo electrónico, envíos de flores (siempre rechazadas) o cualquier otra forma de seducción, pues semejantes medios, si bien pueden dar algún resultado positivo a corto plazo, no resisten el paso del tiempo. La convención decreta, así mismo, que el herido debe buscar sin falta la compañía de otras personas, así como debe imponerse al pensamiento obsesivo que le dice: «Vale la pena luchar por esta persona».

Artículo 3. En el caso de que la herida provenga de un tercero, es decir, que el ser amado se sienta atraído por alguien que no estaba a priori en el guión, queda expresamente prohibida la venganza. En este caso, se permite el uso de lágrimas hasta que los ojos se sequen, así como algunos puñetazos en la pared o en la almohada, o reuniones con amigos donde poder insultar a gusto al antiguo(a) compañero(a), incidiendo en su perfecta falta de gusto, pero sin llegar a difamar su honra. La convención determina que también se aplique en este caso la regla del artículo 2, que mueve a buscar la compañía de otras amistades, sólo que evitando en la medida de lo posible los lugares que la otra persona frecuenta.

Artículo 4. En lesiones leves, clasificadas aquí como pequeñas traiciones, pasiones fulminantes que no duran mucho o falta de interés sexual pasajero, debe aplicarse con generosidad y rapidez el medicamento llamado ‘perdón’. Una vez aplicada tal medicina, no se debe volver atrás bajo ninguna circunstancia y el asunto debe ser definitivamente olvidado, no utilizándolo jamás como argumento en una discusión o en momento de odio.

Artículo 5. En todas las heridas definitivas, también conocidas como ‘rupturas’, el único medicamento que tiene algún efecto se llama ‘tiempo’. De nada sirve buscar consuelo en echadores de cartas (que siempre prometen el regreso del amor perdido), leer libros románticos (que siempre acaban bien), engancharse a una telenovela o cosas por el estilo. Se debe sufrir con intensidad, evitando radicalmente las drogas, los calmantes o las oraciones a los santos. En cuanto al alcohol, sólo serán permitidos dos vasos de vino al día.

Consideraciones finales:
Los heridos por el amor, al contrario de los lastimados en conflictos armados, no son víctimas ni verdugos. Optaron por algo que forma parte de la vida y deben asumir, por consiguiente, la agonía y el éxtasis de su elección. Y los que jamás fueron heridos por el amor nunca podrán decir «he vivido». Porque no vivieron.

Autor: Paulo Coelho

Dale vida a tus sueños


Nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.

Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco, no los dejes que mueran de hastío, poco a poco; no les rompas las alas, que son de fantasía. Y déjalos que vuelen, contigo en compañía.

Dale vida a los sueños que tienes escondidos, descubrirás que puedes vivir estos momentos con los ojos abiertos y los miembros dormidos, con los ojos cerrados y los sueños despiertos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Nuestros padres


Padres heroes y madres heroínas. Pasamos buena parte de nuestra existencia cultivando estos estereotipos. Hasta que un día el padre heroe comienza a pensar todo el tiempo, protesta bajito y habla de cosas que no tienen ni pies ni cabeza.

La heroína del hogar comienza a tener dificultades en terminar las frases y empieza a enojarse con la empleada. ¿Què hicieron papá y mamá para envejecer de un momento a otro?

Envejecieron… Nuestros padres envejecieron. Nadie nos había preparado para esto.

Un bello día ellos pierden la compostura, se vuelven más vulnerables y adquieren unas manías bobas. Están cansados de cuidar de los otros y de servir de ejemplo: ahora llegó el momento de ser ellos cuidados y mimados por nosotros.

Tienen muchos kilómetros andados y saben todo, y lo que no saben lo inventan. No hacen planes a largo plazo, ahora se dedican a pequeñas aventuras, como comer a escondidas todo lo que el médico les prohibió. Tienen manchas en la piel. De repente están tristes, más no esán caducos: caducos están los hijos que rechazan aceptar el ciclo de la vida.

Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no tienen el control de la situación.

Están frágiles y un poco olvidadizos, tienen este derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la energía de una fábrica. No admitimos sus flaquezas, sus tristezas. Nos sentimos irritados y algunos llegamos a gritarles si se equivocan con el teléfono u otro aparato, y encima no tenemos paciencia para oír por milésima vez la misma historia que cuentan como si terminaran de haberla vivido.

En vez de aceptar con serenidad el hecho de que adoptan un ritmo más lento con el pasar de los años, simplemente nos irritamos por haber traicionado nuestra confianza, la confianza de que serían indestructibles como los superheroes.

Provocamos discusiones inútiles y nos enojamos con mucha insistencia para que todo siga siempre igual. Nuestra intolerancia solo puede ser miedo. Miedo de perderlos, y miedo de perdernos, miedo de también dejar de ser lúcidos y joviales. Con nuestros enojos, solo provocamos más tristeza a aquellos que un día solo procuraron darnos alegrías.

¿Por qué no conseguimos ser un poco de lo que ellos fueron para nosotros? ¡Cuantas veces estos heroes y heroínas estuvieron noches enteras junto a nosotros, medicando, cuidando y tomando temperaturas! Y nos enojamos cuando ellos se olvidan de tomar sus medicamentos, y al pelear con ellos, los dejamos llorando, tal cual criaturas que fuimos un día.

El tiempo nos enseña a sacar provecho de cada etapa de la vida, pero es difícil aceptar las etapas de los otros… Más cuando los otros fueron nuestros pilares, aquellos para los cuales siempre podíamos volver y sabíamos que estarían con sus brazos abiertos, y que ahora están dando señales de que un día partirán sin nosotros.

Hagamos por ellos hoy lo mejor, lo máximo que podamos para que mañana, cuando ellos no estén más podamos recordarlos con cariño, acordarnos de sus sonrisas de alegría y no de las lágrimas de tristeza, que ellos hayan derramado por causa nuestra.

Al final, nuestros héroes de ayer… serán nuestros héroes eternamente.

Deseos



Un emperador estaba saliendo de su palacio para dar un paseo matutino cuando se encontró con un mendigo.
Le preguntó:

-¿Qué quieres?

El mendigo se rió y dijo:

-¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo?

El rey se rió y dijo:

-Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Qué es? Simplemente dímelo.

Y el mendigo dijo:

-Piénsalo dos veces antes de prometer.

El mendigo no era una mendigo cualquiera. Había sido el maestro del emperador en una vida pasada. Y en esta vida le había prometido: “Vendré y trataré de despertarte en tu próxima vida. En esta vida no lo has logrado, pero volveré…”

Insistió:

-Te daré cualquier cosa que pidas. Soy un emperador muy poderoso. ¿Qué puedes desear que yo no pueda darte?

El mendigo le dijo:

-Es un deseo muy simple. ¿Ves aquella escudilla? ¿Puedes llenarla con algo?

Por supuesto -dijo el emperador.

Llamó a uno de sus servidores y le dijo:

-Llena de dinero la escudilla de este hombre.

El servidor lo hizo… y el dinero desapareció. Echó más y más y apenas lo echaba desaparecía. La escuadrilla del mendigo siempre estaba vacía.

Todo el palacio se reunió. El rumor se corrió por toda la ciudad y una gran multitud se reunió allí. El prestigio del emperador estaba en juego. Les dijo a sus servidores

-Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no debe derrotarme.

Diamantes, perlas, esmeraldas… los tesoros iban vaciando. La escudilla parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente. Era el atardecer y la gente estaba reunida en silencio. El rey se tiró a los pies del mendigo y admitió su derrota.

Le dijo:

-Has ganado, pero antes de que te vayas, satisface mi curiosidad. ¿De qué está hecha tu escudilla?

El mendigo se rió y dijo:

-Está hecha del mismo material que la mente humana. No hay ningún secreto… simplemente está hecha de deseos humanos.

Anónimo sufí

martes, 13 de septiembre de 2011

Amor a los libros


Imagen de Carlos Miguez Macho

CARTA A MI HIJO SOBRE EL AMOR A LOS LIBROS

El ansia brutal de interpretar lo que se esconde entre las páginas de un libro y que provoca la ironía en aquellos que en el fondo no aman los libros, la desarrollé en la edad justa, en la adolescencia.
Tuve un profesor en el Bachillerato con el que nunca aprendí mucho inglés, pero que me enseñó qué era la literatura, y lo hizo sin sacralizarla, sin colocarse en un plano de superioridad.
Ha pasado mucho tiempo y ni siquiera sé si las pocas cosas que conozco de literatura me las enseñó él o si yo le atribuyo mis conocimientos como si se tratara de una caja a medio llenar. Si soy yo el que le atribuye al profesor lo poco que sé, le regalo también, de lo que he ido aprendiendo después, los intereses de capital que me ayudó a amasar.
Espero que puedas tener la misma suerte que yo, porque sólamente ese tipo de personas podrá hacer que entiendas que la literatura, el sueño del que hablamos, no es sólo un juego intelectual, sino que es la única manera de entender el mundo, el único modo de utilizar de nuevo el cristal de la ambigüedad, ya en desuso.
No caigas en la trampa, Francesco, intentarán hacerte creer que la vida es más compleja que la literatura. No es verdad. La literatura es un mundo Análogo, donde los libros se hablan entre ellos: para entrar en él hay que ir dando saltos, de un lado a otro. Aunque después resulta difícil volver, porque los personajes seguirán hablándote, aconsejándote, haciendo que tomes decisiones. Es verdad que la vida y la literatura se entremezclan de una forma tan indisoluble como intensa.
¿Qué niño no ha imaginado en el cielo de una noche de verano, cuando no quería dormir, que veía el barco de Peter Pan? Quiero enseñarte a ver aquel velero, quiero decirte que también los libros serios, también los libros para mayores y también los que son difíciles sólo son veleros enmascarados, y tienen el mismo encanto que el velero de polvo de oro de Peter Pan. Y además, ¿sabes una cosa?, Francesco, apréndetelo bien: fíate de quien ama la lectura, fíate de quien siempre lleva consigo un libro de poesía. Mira con recelo a quien te diga que no tiene tiempo, que la literatura es algo hermoso, pero que sólo se leé cuando se es joven, y luego….miente, no le importa nada. Miente sabiendo que miente….

Roberto Cotroneo

El sentimiento es el lenguaje del alma



Si quieres saber hasta que punto algo es cierto para ti, presta atención a lo que sientes al respecto.
A veces los sentimientos son difíciles de descubrir, y con frecuencia aún más difíciles de reconocer. Sin embargo, en tus más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad.
El truco está en llegar a dichos sentimientos.
Todo pensamiento humano, toda acción humana, se basa o bien en el amor, o bien en el temor. No existe ninguna otra motivación humana, y todas las demás ideas no son sino derivadas de estas dos. Son simplemente versiones distintas: diferentes variaciones del mismo tema.
El comportamiento humano produce una experiencia repetida tras otra; he ahí por qué los humanos aman, luego destruyen, y luego aman de nuevo: siempre con ese movimiento pendular de una emoción a la otra. El amor promueve el temor, que promueve el amor, que promueve el temor…
El temor es la energía que contrae, cierra, capta, huye, oculta, acumula y daña.
El amor es la energía que expande, abre, emite, permanece, revela, comparte y sana.
El temor cubre nuestros cuerpos de ropa; el amor nos permite permanecer desnudos. El temor se aferra a todo lo que tenemos; el amor lo regala. El temor prohíbe; el amor quiere. El temor agarra; el amor deja ir. El temor duele; el amor alivia. El temor ataca; el amor repara.
No se puede demostrar amor en tanto no se haya demostrado no amor. Una cosa no puede existir sin su contraria, excepto en el mundo de lo absoluto.
No juzgues, ni condenes, puesto que no sabes por qué ocurren las cosas, ni con qué fin.
Aquello que condenes te condenará, y un día serás aquello que juzgas.

Fragmentos del libro “Conversaciones con Dios” de Neale Donald Walsch

lunes, 12 de septiembre de 2011

A mi niñez



Mi querida y recordada niñez:
Quizá te parezca extraño que después de tantos años sin vernos decida escribirte.
Ha pasado mucho tiempo, lo sé y desde entonces he ido acumulando en mis espaldas distintas primaveras que arrastro con grandes esfuerzos por tener el corazón repleto de otoños, que hacen que mi piel y mis cabellos comiencen a tener color de invierno. Mis fuerzas, a pesar de querer aliarse conmigo, han desistido en su empeño y han encontrado asilo en mis ilusiones, que aún tengo.
¡Si supieras! Cuantas lluvias me han empapado desde que nos separamos. ¡Si supieras! … ¡Cuantos riscos he trepado!, algunos con destreza y otros con tanta torpeza, que me han hecho llorar cientos de lunas llenas.
Hoy como tantas otras veces, me he puesto a recordarte y he tenido una necesidad tremenda de tenerte cerca y has invadido de tal forma mi memoria que he sentido una suave sensación de que aún me pertenecía. Embriagada de nostalgia me he puesto a jugar con mi fantasía y juntas, muy juntas las dos hemos volado por aquel jardín de mi infancia, por aquel jardín de flores, de ilusiones y temores, lleno de juegos ingenuos, lleno de solitarias charlas por habernos imaginado grandes amigos fantasmas. Y he recordado aquel altruismo que, día a día, tú me inyectabas, hoy lleno de telarañas porqué la inevitable experiencia de la vida no me deja ponerlo en práctica, ni ponerle alas.
Mi querida niñez, ¡cuánto te echo de menos!. ¡Cuánto te echo en falta!.
Aún recuerdo nuestras risas cuando hacíamos trastadas y nuestros miedos, tapándonos la cabeza con las sábanas, porque, al estar apagada la luz de la habitación, el volante que tenían las cortinas del balcón, hacía que nos parecieran perfiles de brujas y de gente mala. ¿Cómo pudimos sentir tanto miedo?.. Si nunca estuvimos tan resguardadas.
Aún recuerdo aquellas noches de Reyes que por culpa de los nervios mojábamos la cama y luego, al llegar la mañana, nadie tenía que tirarnos de la manta, nosotras éramos las que despertábamos a toda la casa y temblando de frío y de emoción corríamos hasta el salón y la terraza, aquella terraza donde nos engañaban con amor, poniendo agua para los camellos y comida para los pajes y siempre, ¡siempre! había sorpresas y lo más importante, muchas cosas “innecesarias”. ¡Si vieras! mi querida niñez, cuando te conviertes en adulta, ¡las cosas que te regalan!… todas, todas… son necesarias.
Aún recuerdo catarros curados sin prisas, con convalecencias largas y lentas, donde leíamos cuentos de hadas y libros con los relatos de “Celia”. Al atardecer cuando la suave fiebre, acentuaba la modorra, nos dormíamos pensando que éramos protagonistas de aquellas historias entrañables. Todas las vivencias que sentimos juntas pasan a una velocidad vertiginosa por mi mente: castillos de arena, colecciones de conchas, de cromos, de estampas, de recortables. ¿Te acuerdas cuando recogíamos los nidos de gorriones que caían al jardín para que mi perro no los destrozara?… ¿Recuerdas como vigilábamos las largas e interminables filas que formaban las hormigas, para que nadie las dispersara a golpe de escoba?… ¿Recuerdas en las tardes de lluvia como nos metíamos con las botas de agua por los sucios charcos de la calle?… ¡Hemos hecho tantas cosas juntas!… que es difícil olvidarlas. ¡Trepábamos árboles, muros, la fachada de la casa!, cazábamos “zapateros”, criábamos gusanos de seda. ¡Qué importante has sido en mi vida!. ¡Qué hermosa tu compañía!.
Querida y recordada niñez si supieras lo diferente que es todo ahora. Me parece mentira haber sentido el deseo querer abandonarte cuando estábamos juntas. ¿Recuerdas?… yo me quería hacer mayor, dejarte atrás y cruzar la verja de nuestro jardín. Y ahora, ya ves, cometo la locura de escribirte, quizá sea por la huella tan importante que me dejaste clavada.
Dejé el jardín para adentrarme en el bosque y el bosque me pareció hermoso y lleno de novedades y proyectos. Durante algún tiempo, no te eché de menos, hasta que comprendí que todo era diferente. Tú, con tu ingenuidad, tu inocencia y tu maravillosa fantasía, hacías que me sintiera vacunada, inmune a las cosas horribles y crudas, hacías que creyera que nunca me rozarían, ni me dañarían.
Aquí, en este bosque, es al contrario, cuando veo algo hermoso, algo que creo tan limpio como tú, me acerco de lleno a tocarlo, a darme… y se me convierte en una planta carnívora que intenta devorarme.
Quiero que sepas que ahora no juego, sino trabajo. No hago locuras pues estoy llena de responsabilidades y no tengo fantasías, los problemas han ocupado su lugar. Pero a pesar de todo esto, te recuerdo y he podido por unos instantes, unos momentos escapar del círculo donde me enredaron los años y escapar hacia ti escribiéndote esta carta.
Para mi ha sido muy reconfortante y agradable, tanto, que estoy evitando despedirme y no me queda más remedio que hacerlo. Soy consciente de que debo volver a la realidad, aunque sea más feliz recordando nuestro jardín y lo feliz que fui cuando las dos éramos una sola.

Desconozco el autor

domingo, 11 de septiembre de 2011

Quiero saber



Quiero saber qué haces para ganarte la vida. Quiero saber lo que ansías, y si te atreves a soñar en satisfacer el deseo de tu corazón.

No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer como un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.

No me interesa qué planetas están en armonía con tu luna. Quiero saber si has tocado el centro de tu pesadumbre, si las traiciones de la vida te han abierto, o si te has marchitado y cerrado por el miedo al dolor futuro.

Quiero saber si puedes sentarte con el dolor, sin intentar esconderlo, desvanecerlo o arreglarlo.

Quiero saber si puedes estar con la alegría, si puedes bailar con la locura y permitir que el éxtasis te llene hasta la punta de los dedos, sin advertirnos que seamos cuidadosos, que seamos realistas, o que recordemos las limitaciones de los seres humanos.

No me interesa si la historia que me cuentas es verdadera. Quiero saber si decepcionas a otros para serte fiel a tí mismo, si puedes soportar la acusación sin traicionar a tu propia alma.

Quiero saber si puedes ser fiel, y por lo tanto ser confiable.

Quiero saber si puedes ver la belleza, aún cuando no sea bella todos los días, y si puedes originar tu vida desde su presencia.

Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, y no obstante pararte a la orilla del lago y gritarle a la luna "¡Sí!" No me interesa saber en dónde vives o cuánto dinero tienes.

Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de pesar y desesperación, cansado y golpeado hasta los huesos, y sin embargo hacer que un niño te sonría.

No me interesa quién eres o cómo llegaste aquí. Quiero saber si te pararás en el centro del fuego con quien ames, sin rehuir.

No me interesa en dónde o qué o con quién has estudiado. Quiero saber qué es lo que te sustenta desde adentro cuando todo los demás desaparece.

Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo, y si verdaderamente te agrada la compañía que buscas en los momentos vacíos.